martes, 29 de agosto de 2017

Aparece una de las mayores fosas comunes de republicanos asesinados por los franquistas

El cementerio del Carmen de Valladolid se confirma como uno de los lugares donde se encuentra una de las mayores fosas comunes del país. La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica ha descubierto una nueva fosa con los cuerpos de 42 personas represaliadas durante el verano del 36, justo después del levantamiento militar del general Franco, el 18 de julio.

Los cadáveres de esas 42 personas han sido descubiertos en la cuarta fosa excavada por arqueólogos, biólogos y otros voluntarios de la ARMH. Considerando que en 2016 se hallaron los restos de 186 personas en tres sitios diferentes, la cifra de personas asesinadas y enterradas en el cementerio vallisoletano alcanza las 228 personas, cuyo “único delito fue su compromiso con la democracia”, subraya Julio del Olmo, presidente de la Asociación.

La peculiaridad de la última fosa descubierta es que los cuerpos fueron enterrados en capas, separadas por 30 centímetros de tierra y cal, hasta colmatar el hueco, que tiene una profundidad de 2,15 metros, una superficie de 3 por 3,30 metros.

Una de las sorpresas llegó ayer, cuando encontraron en el bolsillo de una chaqueta un papel doblado y recortado con la clasificación del Tour de Francia de 1936. Para Julio del Olmo este dato, aparentemente anecdótico, tiene trascendencia porque aquel acontecimiento deportivo concluyó el 2 de agosto del 36. “Es indicativo porque podemos deducir que la fosa data del mes de agosto”, describió.

El presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Valladolid reclamó el compromiso de las administraciones: “Estamos ante un proceso histórico de una gravedad enorme porque fueron personas asesinadas por estar comprometidas con la democracia; son crímenes de lesa humanidad”, apostilló Julio del Olmo.

martes, 22 de agosto de 2017

Autocriticar a los demás - Aníbal Malvar

Tras los ataques terroristas de Catalunya, toda la España mediática y política está invocando a ese extraño magma llamado “unidad”. Lo que sucede, a mi corto entender, es que esa “unidad” se traduce en falta de autocrítica. Somos los buenos y por tanto no tenemos nada que replantearnos. Así decimos las cosas que decimos. Todos unidos, largando chorradas (me incluyo). Me he enterado por los medios de la mucha relación que existe entre la barbarie de esta semana y el procés. No me digáis que no es para quedarse un tanto atónito.

Editorial de El Mundo de ayer, titulado —of course— Unidad y firmeza en la lucha contra el yihadismo en toda Europa. Dice así: “Cataluña es la autonomía en la que, según los servicios de información del Estado, la comunidad islámica muestra más síntomas de fundamentalismo y mantiene mayores vínculos con grupos extremistas en toda Europa. Allí, además, es donde los procesos de radicalización son más rápidos y, según los expertos, representa el primer lugar de España en el que el Estado Islámico (IS) mantiene una intensa movilización, a través de muchas mezquitas descontroladas y de la impunidad con la que la propaganda yihadista se propaga por las redes cibernéticas. Estos datos tendrían que hacer reflexionar a las autoridades catalanas sobre una política de acogida en la que han primado a veces los intereses electoralistas, vinculados al independentismo, sobre la seguridad nacional”.

O sea, que son las “políticas de acogida”, mal practicadas por “los intereses electoralistas vinculados al independentismo” del gobierno catalán, las que nos obligan a “reflexionar” tras los atentados de estos días. Nada se dice, por ejemplo, de que el Gobierno de Mariano Rajoy, por cicatería politiquera, sigue negándole a los Mossos d´Esquadra competencias para acceder a las bases de datos antiterroristas de la Interpol.

En el editorial del mismo día de El País tampoco se habla de esta anomalía policial, pero sí se sermonea sobre la vinculación inequívoca entre el independentismo catalán y estos atentados. Como no me vais a creer, os lo transcribo. Primero el diario de Prisa alaba a Mariano Rajoy, el que niega secretitos a los Mossos para investigar y prevenir. Es largo y triste, como toda la mala literatura: “Celebramos, por tanto, que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, haya decidido encabezar, junto con la Delegación del Gobierno en Cataluña, la supervisión de las operaciones de respuesta ante el ataque. Es lo mínimo que se espera ante una crisis como la que se abre en La Rambla”. Hasta aquí todos de acuerdo.

Pero después El País si entra en el terreno de la autocrítica, aunque autocriticando a los demás. Así continúa: “Sin embargo, pensamos que las consecuencias de este atentado deben ser de más hondo calado e ir más allá del momento coyuntural. Lamentablemente, el brutal atentado terrorista que ha vivido Barcelona coincide con un momento de máxima confusión política en Cataluña. Un ataque de esta magnitud tiene que ser un aldabonazo que devuelva a la realidad a las fuerzas políticas catalanas que, desde el Govern, el Parlament o los movimientos por la independencia han hecho de la quimera secesionista la sola y única actividad de la agenda política catalana en los últimos años. Es hora de acabar con los sinsentidos democráticos, la violación flagrante de las leyes, los juegos de engaños, los tacticismos y los oportunismos políticos”. Si no fuera porque hay mucha sangre de por medio, sería de aplaudir tanta pirueta intelectual.

Hasta el ABC es más suave vinculando el procés con el atentado, aunque también practica este contorsionismo en su editorial de hoy. Y además, lo hace después de que Puigdemont tuviera el inelegante (por no decir sucio) gesto de advertir en público que “los ataques no cambiarán la hoja de ruta del procés”. Contesta así el torcuatiano diario: “No es la independencia ni la ruptura con España el debate que conviene a Cataluña en esta situación […]. El debate independentista es un cuerpo extraño en el dolor de Cataluña por los dos atentados de Barcelona y Cambrils”.

Tras el 11-M se enturbió la unidad contra el terrorismo con las mentiras del PP ante la inminencia de las elecciones, intentándonos convencer de que ETA había volado los trenes para asegurarse la mayoría absoluta. En el 17-A, se enfanga la verdad con el debate catalán, que nada tiene que ver con el asunto. Nadie denuncia que en la lucha contra el terrorismo yihadista perseguimos al causante, pero jamás se analiza la causa. En eso sí que estamos unidos, como borregos. Y, tristemente, en nada más.

viernes, 18 de agosto de 2017

No pongais vuestras sucias manos sobre la muerte - Juan Carlos Monedero

No, no es lo mismo publicar la foto de Aylan que la de la niña asesinada por los fanáticos islamistas o los vídeos de los cadáveres atropellados en Las Ramblas. Una busca generar conciencia. Las otras alimentan el odio. Y precisamente porque el odio ciega, le hacen el caldo gordo a los asesinos. Asesinos que merecen, sin una brizna de duda, las más contundente de las repuestas. Y como la ira que desatan es comprensiblemente enorme, hay que combatirles con inteligencia. Nada le complace más a los bárbaros del ISIS que lograr en los telediarios la retransmisión de un degüello. Los que odian en diferentes sitios terminan necesitándose.

No se publican las fotos por las mismas razones. Una nace del dolor y la intuición de que se podía haber evitado esa muerte y la de miles de refugiados que sólo porque ya se sienten muertos van a morir encima de una embarcación de juguete para llegar a Europa. La otra nace de la estupidez, del odio racista -que es un derivado de la estupidez- y de la justificación de las propias ideas xenófobas y supremacistas que pretenden hacer suyas las víctimas aunque eso multiplique el dolor de las verdaderas víctimas.

Resulta curioso que quienes dicen que publicar ambas fotos responde a un idéntico criterio son los mismos que tienen en la cabeza una sociedad donde la corrupción no es un problema determinante para estar o no estar en el gobierno; son los mismos que antes de tener información ya acusaban a las CUP y decían que el atropello era un asunto de turismofobia (algún dipsómano incluso ha llegado a decir que las invasiones occidentales en Oriente Medio, África, Asia o América Latina eran una forma de turismo occidental que generó “turismofobia” en locos como, por ejemplo, Gandhi. Opiniones de borracho); son los mismos que consideran que los fascistas de Charlotesville son iguales que los antifascistas y suelen coincidir con los descerebrado que creen que es lo mismo la bandera de una dictadura -la franquista- que la bandera de un gobierno legítimo y legal -la de la República-. Equidistantes mientras no puedan imponer su distancia.

Las fotos en un medio de comunicación son en sí mismas el editorial del medio. Por eso los medios pantuflos publican todos los días ataques con información falsa a Podemos, truculencias, accidentes y, por supuesto, desnudos múltiples de señoras o líos redundantes entre famosos. Su ideario es la basura y sus fotos son una apología de la basura porque editorializan la basura. Por eso publican fotos o vídeos de las víctimas. Porque viven de ofrecer basura. Una foto de una víctima, especialmente del terrorismo islamista, por lo general está desprovista de contexto. A Aylan le mató el mar, que era el único camino que le dejó Europa para huir de las guerras que precisamente Europa ha creado. Pero le asesinó nuestra indiferencia. Su cuerpo sin vida en la orilla es la metáfora cruel de un proceso que nace con Occidente impidiendo que prosperen gobiernos progresistas en Oriente Medio, que organiza invasiones que rompen con arrogancia demente cualquier convivencia -los criminales Aznar, Bush y Blair en Las Azores- y que vende armas a los locos porque el negocio está por encima de cualquier dolor. Ese niño en la orilla nos habla de nuestro modelo de vida y de nuestras políticas públicas. Los padres de Aylan no querían que su niño terminara en el orilla. Los asesinos de las Ramblas querían que esa niña terminara en la acera. Compararlos es no entender que publicar esa foto es complacer a los asesinos. Es evidente que los medios -y twiteros- que han publicado las fotos y vídeos no lo hacen por connivencia con los asesinos. Pero su odio y su manera de estar en el mundo está tan quebrada que ni siquiera se dan cuenta de a quién terminan sirviendo.

Para luchar contra el terrorismo, contra cualquier terrorismo, Occidente necesita unidad. Y la unidad sólo puede lograrse sobre dos principios: que la democracia sea la base que nos una, y que sepamos que habrá que ceder parte para que nos encontremos en lo relevante, que es luchar contra los enemigos de la democracia. No es tan sencillo.

Primero hay que ponerse de acuerdo en cuáles son las bases de la democracia tanto en Europa como en otros lugares del mundo. Las propuestas de la derecha para frenar la violencia islamista son evidentes: más insistencia en el supremacismo cristiano y occidental, más represión interna y externa, más sospechas sobre la sociedad, más ley mordaza, más desconfianza y descalificación ante los que piensen diferente y, por supuesto, más castigo militar en las sociedades rotas de Irak, Siria, Libia, Yemen o Afganistán (al tiempo que no se dirá nada sobre, por ejemplo, el gobierno de Marruecos o el de Arabia Saudí). En cambio, la derecha no estará de acuerdo en acabar con los paraísos fiscales, en dejar de vender armas a gobiernos dictatoriales, en invertir para revertir la influencia cultural del islamismo radical, en recuperar económicamente a los países donde el islamismo radical aprovecha la pobreza para extenderse y en aumentar el gasto en inteligencia y prevención como forma de prevenir atentados. Ni en reconocer que desde que se decidió invadir Irak, el mundo está mucho más roto.

La izquierda por su parte tendrá que entender que el miedo social es legítimo, que no se ha avanzado gran cosa en el diálogo entre civilizaciones y religiones y que la solución no viene de ninguna afirmación simple sobre la bondad humana. En resumen, la derecha y la izquierda tendrán que apelar a la inteligencia, y viendo el mundo que se ha construido desde que unos bandidos decidieron invadir Irak no es nada sencillo. Ahí está Trump al que le cuesta incluso condenar el racismo. Malos tiempos.

Publicar la foto de Aylan nos hace mejores personas porque apela al compromiso, a la responsabilidad, a no mirar para otro lado. Publicar las fotos de las víctimas de un atentado islamista -sea en Barcelona, Niza, Londres o París- es apelar el odio y al ojo por ojo que terminará dejándonos a todos tuertos. Una foto va al corazón y a la cabeza. La otra al vientre. Por eso, los que quieren acabar con el drama de la muerte, de cualquier muerte, hablan con la muerte con dolor y respeto. En otro lado están los que sólo tienen un espacio pequeño para la empatía y sienten muy selectivamente. Son los que han defendido a los nazis de Charlottesville, los que piden “echar a los moros” de España como en 1492, los que presentan el apoyo a las Primaveras Árabes en 2011 (que hubieran frenado tanta locura) con un apoyo a los asesinos del ISIS, los que son incapaces de trenzar un artículo sin armar una milicia para entrar en guerra, los que utilizan la conmoción para barrer para una casa, la suya, que está cada vez más sucia.

Después de la tormenta no siempre llega la calma - Pere L. Mataró


Ayer Barcelona sufrió la sin razón del hombre, y después de los momentos de tensión vividos, desde la presunta calma, e intentando reflexionar sobre todo lo ocurrido, me decepciono una vez más de las reacciones barbarás de las que son capaces algunos mal llamados personas.

Que haya personas que ante el sufrimiento de su semejante, se dediquen a grabar con su móvil en vez de socorrer a quien lo necesita, como poco me confunde de la poca moral que pueda llegar a tener este tipo de reporteros frustrados. Que haya gente que divulgue por las redes acontecimientos ficticios que distorsionen seriamente la realidad, llegando a incrementar los momentos de tensión, me molesta, y digo solo que me molesta, porque desgraciadamente, quien nos gobierna es a lo que nos tiene acostumbrados. 

Que unos malnacidos se mofen de la desgracia ajena, e insulten a los catalanes y a esta, mi tierra, me llena de pena, al comprobar una vez más la cantidad de tarados y tarugos que nos rodean. 

Pero lo más lamentable de todo, es ver las reacciones xenófobas contra muchos inocentes que no tienen culpa de que unos cuantos a través de su "guerra santa", siembren el terror por su mala interpretación de la religión. Y lo lamento profundamente por que por desgracia aquí, en nuestro país tuvimos la santa inquisición y las cruzadas, que nos dejó una vergonzosa  historia para los restos, al igual que con el fascismo de nuestra dictadura y nuestra guerra civil.

Antes del atentado de Barcelona, ha habido otras víctimas del Estado Islámico, en todo el mundo, unas con más relevancia que otras, a pesar de tener la misma condición de humanos, la divulgación depente de quien tiene el control de los medios, para dar más o menos relevancia a unos hechos iguales o similares, según interese, porque lamentablemente los acontecimientos se aprovechan y se usan para obtener otros fines.

Mosul, Damasco, Beirut, Bagdad, Paris, Niza, Nigeria, Londres, Estocolmo, Berlín, sufrió la sin razón del hombre, antes que nosotros, y nosotros , lamentablemente, no seremos los últimos. La barbarie seguirá hasta que los que la han creado, motivado y alimentado decidan terminar con ella, cosa difícil, por los intereses que se esconden detrás de este terrorismo islámico que tanto beneficia a los poderosos sin escrúpulos.
No olvidemos a los exiliados que huyen de su país por el terror de la guerra y de sus victimas que caen en el camino en el intento de vivir en paz, victimas también del terrorismo de la humanidad.

Repudiar al mundo árabe, echándoles la culpa de unos descerebrados, no es justo, tened en cuenta que la gran mayoría de las víctimas del Estado Islámico se han producido en el mundo árabe. La intolerancia es mala consejera y fomenta el odio gratuito entre la incultura, Es lógico que nos indignemos y empaticemos con el sufrimiento del prójimo, pero no cometamos el error de caer en el odio generalizado a los árabes o al Islam, porque perderemos la perspectiva de la realidad.

Dicen que tras la tormenta viene la calma, pero viendo los acontecimientos tras el atentado sufrido en Barcelona, al igual que los acontecimientos posteriores a cualquier atentado de los que he conocido, he de decir convencido, que no siempre es así… Difícilmente llegará la calma después de esta tormenta provocada una vez más por el hombre y su injustificado egoísmo.

Lamentablemente siempre sufren los más débiles la locura de la humanidad, los de abajo, los que son blanco fácil, y en especial lamento que siempre, entre las víctimas, hayan niños. Un niño muerto es la más injusta de las víctimas, sea del color que sea, sea de aquí o del punto más remoto de este mundo de locura en el que nos ha tocado vivir.

Las buenas personas seguirán existiendo, pero las malas hacen más ruido y se hacen de notar más. Seamos sensatos, decide a qué clase de personas perteneces, teniendo en cuenta que no todo es blanco o negro, que no solo están los buenos o los malos, también existen los que miran para otro lado, que son los que están a un paso de ser también del grupo de las malas personas, porque han olvidado el respeto y la solidaridad, condiciones que no se deberían de perder en nuestra raza humana.

domingo, 13 de agosto de 2017

11 tesis sobre Venezuela y una conclusión escarmentada - Juan Carlos Monedero

“Y se empeñaba en repetir lo mismo: “Esto no es como en una guerra… En una batalla tienes el enemigo delante… Aquí, el peligro no tiene rostro ni horario”. Se negaba a tomar somníferos o calmantes: “No quiero que me agarren dormido o amodorrado. Si vienen por mí, me defenderé, gritaré, tiraré los muebles por la ventana… 
Armaré un escándalo…”

Alejo Carpentier, La consagración de la primavera

1. Es indudable que Nicolás Maduro no es Allende. Tampoco es Chávez. Pero los que dieron el golpe contra Allende y contra Chávez son, y eso también es indudable, los mismos que ahora están buscando un golpe en Venezuela.

2. Los enemigos de tus enemigos no son tus amigos. Puede no gustarte Maduro sin que eso implique olvidar que ningún demócrata puede ponerse al lado de los golpistas que inventaron los escuadrones de la muerte, los vuelos de la muerte, el paramilitarismo, el asesinato de la cultura, la operación Cóndor, las masacres de campesinos e indígenas, el robo de los recursos públicos. Es comprensible que haya gente que no quiera ponerse del lado de Maduro, pero conviene pensar que en el lado que apoya a los golpistas están, en Europa, los políticos corruptos, los periodistas mercenarios, los nostálgicos del franquismo, los empresarios sin escrúpulos, los vendedores de armas, los que defienden los ajustes económicos, los que celebran el neoliberalismo. No todos los que critican a Maduro defienden esas posiciones políticas. Conozco gente honesta que no soporta lo que está pasando ahora mismo en Venezuela. Pero es evidente que del lado de los que están buscando un golpe militar en ese país están los que siempre apoyaron los golpes militares en América Latina o los que priman sus negocios por encima del respeto a la democracia. Los medios de comunicación que están preparando la guerra civil en Venezuela son los mismos conglomerados mediáticos que vendieron que en Irak había armas de destrucción masiva, que nos venden que hay que rescatar a los bancos con dinero público o que defienden que la orgía de los millonarios y los corruptos hay que pagarla entre todos con recortes y privatizaciones. Saber que se comparte trinchera con semejante gente debiera llamar a la reflexión. La violencia siempre debe ser la línea roja que no debe traspasarse. No tiene sentido que el odio a Maduro ponga a nadie decente al lado de los enemigos de los pueblos.

3. Maduro heredó un papel muy difícil -gestionar Venezuela en un momento de caída de los precios del petróleo y de regreso de Estados Unidos a Latinoamérica después de la terrible aventura en Oriente Medio- y una misión imposible -sustituir a Chávez-. La muerte de Chávez privó a Venezuela y a América Latina de un líder capaz de poner en marcha políticas que han sacado de la pobreza a 70 millones de personas en el continente. Chávez entendió que la democracia en un solo país era imposible y puso sus recursos, en un momento de bonanza gracias a la recuperación de la OPEP, para que se iniciara la etapa más luminosa de las últimas décadas en el continente: Lula en Brasil, Correa en Ecuador, Morales en Bolivia, Kirchner en Argentina, Lugo en Paraguay, Mujica en Uruguay, Funes en El Salvador, Petro en Bogotá e incluso Bachelet en Chile referenciaban esa nueva etapa. La educación y la salud llegaron a los sectores populares, se completó la alfabetización, se construyeron viviendas públicas, nuevas infraestructuras, transportes públicos (después de la privatización de los mismos o la venta y cierre de los trenes), se frenó la dependencia del FMI, se debilitó el lazo con los Estados Unidos creándose la UNASUR y la CELAC. También hay sombras, principalmente vinculadas a la debilidad estatal y a la corrupción. Pero haría falta un siglo para que los casos de corrupción en los gobiernos progresistas de América Latina sumen, por citar sólo un asunto, el coste de la corrupción que significa el rescate bancario. La propaganda de los dueños de la propaganda terminan logrando que el oprimido ame al opresor. Nunca desde la demonización de Fidel Castro fue ningún líder latinoamericano tan vilipendiado como Chávez. Para repartir entre los pobres, hubo que decirle a los ricos, de América y también de Europa, que tenían que ganar un poco menos. Nunca lo toleraron, lo que puede entenderse, especialmente en España, donde, en mitad de la crisis, responsables económicos y políticos del Partido Popular robaban a manos llenas al tiempo que decían a la gente que tenía que apretarse el cinturón ¿Iba Chávez ese “gorila” a frenarles sus negocios? Desde que ganó las primeras elecciones en 1998, Chávez tuvo que enfrentarse a numerosos intentos de derribarlo. Por supuesto, con la inestimable ayuda de la derecha española, primero con Aznar, luego con Rajoy, y la ya conocida participación de Felipe González como lobbista de grandes capitales. (Es curioso que el mismo Aznar que hizo negocios con Venezuela y con Libia luego se convirtió en ejecutor cuando se lo ordenaron. Gadafi incluso le regaló a Aznar un caballo. Pablo Casado fue el asistente de Aznar en esa operación. Luego, cosas de la derecha, celebraron su asesinato).

4. Chávez no legó a Maduro los equilibrios nacionales y regionales que construyó, que eran políticos, económicos y territoriales. Eran una construcción personal en un país que salía de tasas de pobreza del 60% de la población cuando llegó Chávez al gobierno. Hay cambios que necesitan una generación. Ahí es donde la oposición pretende estrangular a Maduro, con problemas mal resueltos como las importaciones, los dólares preferenciales o las dificultades para frenar la corrupción que desembocan en desabastecimiento. Sin embargo, Maduro supo reeditar el acuerdo “cívico-militar” que tanto molesta a los amigos del golpismo. Algo evidente, pues Estados Unidos siempre ha dado los golpes buscando apoyos en militares autóctonos mercenarios o desertores. El ejército en América Latina solo se entiende en relación con Estados Unidos. Les han formado, sea en tácticas de tortura o en “lucha contrainsurgente”, sea en el uso de las armas que les venden o en el respeto debido a los intereses norteamericanos. En Venezuela, los mismos que formaron a los asesinos de la Escuela Mecánica de la Armada argentina o que sostuvieron al asesino Pinochet lo tienen complicado (el asalto por parte de mercenarios vestidos de militares a un cuartel en Carabobo buscaba construir la sensación de fisuras en el ejército, algo que a día de hoy no parece que exista). Igual que ha comprado militares, Estados Unidos siempre ha comprado jueces, periodistas, profesores, diputados, senadores, presidentes, sicarios y a quien hiciera falta para mantener a América como su “patio trasero”. El cártel mediático internacional siempre le ha cubierto las espaldas. Es la existencia de Estados Unidos como imperio lo que ha construido el ejército venezolano. Los nuevos oficiales se han formado en el discurso democrático soberano y antiimperialista. Son mayoría. Hay también una oficialidad -la mayoría ya jubilándose- que se formó en la vieja escuela y sus razones para defender la Constitución venezolana serán más particulares. Las deficiencias del Estado venezolano afectan también al ejército, aún más en zonas problemáticas como las fronteras. Pero los cuarteles en Venezuela están con el Presidente constitucional. Y por eso es aún más patético escuchar al demócrata Felipe González pedir a los militares venezolanos que den un golpe contra el gobierno de Nicolás Maduro.

5. A esas dificultades de heredar los equilibrios estatales y los acuerdos en la región (la amistad de Chávez con los Kirchner, con Lula, con Evo, con Correa, con Lugo), hay que añadir que la pugna de Arabia Saudí con el fracking y con Rusia, hundió los precios del petróleo, principal riqueza de Venezuela. Esta inesperada caída del precio del petróleo colocó al gobierno de Maduro en una situación complicada (es el problema de los “monocultivos”. Basta para entenderlo pensar qué ocurriría en España si se hundiera un 80% el turismo por causas ajenas a ningún gobierno. ¿Sacaría Rajoy siete u ocho millones de votos en una situación así?). Maduro ha tenido que reconstruir los equilibrios de poder en un momento de crisis económica brutal.

6. La oposición en Venezuela lleva intentando dar un golpe de Estado desde el mismo día que ganó Chávez. Venezuela fue el mascarón de proa del cambio continental. Acabar con Venezuela es abrir la espita para que ocurra lo mismo en los sitios donde aún no ha regresado el neoliberalismo. A las oligarquías les molestan los símbolos que debilitan sus puntos de vista. Pasó con la II República en 1936, pasó en Chile con Allende en 1973. Acabar con la Venezuela chavista es regresar a la hegemonía neoliberal e, incluso, a las tentaciones dictatoriales de los años setenta.

7. Venezuela tiene además las reservas de petróleo más grandes del mundo, agua, biodiversidad, el Amazonas, oro, coltán -quizá la reserva más grande del mundo de coltán-. Los mismos que han llevado la destrucción a Siria, a Irak o a Libia para robarles el petróleo, quieren hacer lo mismo en Venezuela. Necesitan ganarse previamente a la opinión pública para que el robo no sea tan evidente. Necesitan reproducir en Venezuela la misma estrategia que construyeron cuando hablaban de armas de destrucción masiva en Irak. ¿O no se creyó mucha gente honesta que había armas de destrucción masiva en Irak? Hoy, aquel país antaño próspero es una ruina. Quien se creyó aquellas mentiras del PP, que mire cómo está hoy Mosul. Enhorabuena a los ingenuos. Las mentiras siguen todos los días. La oposición puso una bomba al paso de policías en Caracas y todos los medios impresos publicaron la foto como si la responsabilidad fuera de Maduro. Un helicóptero robado lanzó granadas contra el Tribunal Supremo y los medios lo silencias. Son actos terroristas. De esos que abren portadas y los telediarios. Salvo cuando suceden en Venezuela. Un referéndum ilegal en Venezuela “presiona al régimen hasta el límite”. Un referéndum ilegal en Catalunya es un acto cercano al delito de sedición.

8. El cártel mediático internacional ha encontrado un filón. Se trata de una reedición del miedo ante la Rusia comunista, la Cuba dictatorial o el terrorismo internacional (nunca dirán que el ISIS es una construcción occidental financiada con capital norteamericano principalmente). Venezuela se ha convertido en el nuevo demonio. Así se les permite acusar de “chavistas” a los adversarios y les evita hablar de la corrupción, del vaciamiento de las pensiones, de la privatización de los hospitales, las escuelas y las universidades o de los rescates bancarios. Mélenchon, Corbyn, Sanders, Podemos o cualquier fuerza de cambio en América Latina son descalificados con la acusación de chavistas, ahora que acusar de comunistas o de etarras tiene poco recorrido. El periodismo mercenario lleva años con esa estrategia. Nadie nunca ha explicado qué política genuinamente bolivariana va en los programas de los partidos de cambio. Pero da lo mismo. Lo importante es difamar.Y gente de buena voluntad termina creyendo que hay armas de destrucción masiva o que Venezuela es una dictadura donde, curiosamente, todos los días la oposición se manifiesta (incluso atacando instalaciones militares), donde los medios critican libremente a Maduro (no como en Arabia Saudí, Marruecos o Estados Unidos) o donde la oposición gobierna en alcaldías y regiones. Es la misma táctica que construyó durante la guerra fría el “peligro comunista”. Por eso en España, con Venezuela, tenemos una nueva Comunidad Autónoma de la que solamente falta que nos digan al final de los telediario el tiempo que va a hacer en Caracas ese día. De cada cien veces que se dice “Venezuela”, noventa y cinco sólo buscan distraer, ocultar o mentir.

9. Venezuela tiene un problema histórico que no ha resuelto. Al carecer de minas durante la colonia, no fue un Virreinato, sino una simple capitanía general. El siglo XIX fue una guerra civil permanente, y en el siglo XX, cuando se empezó a construir el Estado, ya tenían petróleo. El Estado venezolano siempre ha sido rentista, carente de eficacia, agujereado por la corrupción y rehén de las necesidades económicas de los Estados Unidos acordadas con las oligarquías locales. El choque entre la Asamblea y la jefatura del Estado actual debiera haberse zanjado jurídicamente. Señales de la ineficiencia vienen siendo evidentes desde hace tiempo. El rentismo venezolano no se ha superado. Venezuela redistribuyó la renta del petróleo entre los más humildes, pero no ha superado esa cultura política rentista ni ha mejorado el funcionamiento de su estado. Pero no nos engañemos. Brasil tiene una estructura jurídica más consolidada y el Parlamento y algunos jueces han dado un golpe de Estado contra Dilma Roussef. Donald Trump puede cambiar a la Fiscal General y no pasa nada, pero si lo hace Maduro, Jefe del Estado igualmente elegido en unas elecciones, se le acusa de dictador. Una parte de las críticas a Maduro son tramposas porque olvidan que Venezuela es un sistema presidencialista. Es por eso que la Constitución permite al Presidente convocar una Asamblea Constituyente. Gustará más o menos, pero el artículo 348 de la Constitución vigente de Venezuela faculta al Presidente en esa tarea, igual que en España el Presidente del Gobierno puede disolver el Parlamento.

10. Zapatero y otros ex Presidentes, el Papa, Naciones Unidas vienen pidiendo a ambas partes en Venezuela que dialoguen. La oposición reunió en torno a siete millones de votos (si bien es más complicado que puedan llegar a ese acuerdo en torno a un candidato o candidata a la Presidencia del país). Maduro, en un contexto regional muy complicado, con fuertes estrecheces económicas que afectan a la compra de insumos básicos, incluidas medicinas, ha juntado ocho millones de votos (aunque sean siete, según las declaraciones tan sospechosas del Presidente de Smarmatic, que acaba de firmar un contrato millonario en Colombia). Venezuela está claramente dividida. La oposición, como otras veces, ha optado por la violencia y luego no entiende que Maduro sume tantos millones de apoyos. Si en España un grupo quemase centros de salud, quemase escuelas, disparara contra el Tribunal Supremo, asaltara cuarteles, contratara a marginales para sembrar el terror, impidiese con formas de lucha callejera el tránsito e, incluso, quemase vivas a personas por pensar diferente ¿alguien se extrañaría que la ciudadanía votase en la dirección contraria a esos locos?

11. Fracasada la vía violenta, a la oposición venezolana le quedan dos posibilidades: seguir con la vía insurreccional, alentada por el Partido Popular, Donald Trump y la extrema derecha internacional, o intentar ganar en las urnas. Estados Unidos sigue presionando (en declaraciones a un semanario uruguayo, el Presidente Tabaré dijo que votó para expulsar ilegalmente a Venezuela del Mercosur por miedo a las represalias de los países grandes). 57 países de Naciones Unidas han exigido que se respete la soberanía de Venezuela. Como Estados Unidos no logra mayoría para forzar a Venezuela, insiste en inventar espacios (como la Declaración de Lima, sin ninguna fuerza jurídica porque no han conseguido mayoría en la OEA). La derecha mundial quiere acabar con Venezuela, aunque eso le cueste sangre y fuego a la población venezolana. Por eso algunos opositores, como Henry Ramos-Allup, han llamado al fin de la violencia. Venezuela tiene en el horizonte elecciones municipales y regionales. Es el escenario donde la oposición debiera demostrar esa mayoría que reclaman. Venezuela tiene que convocar esas elecciones y es una oportunidad excelente para medir electoralmente las fuerzas. Porque, de lo contrario, el choque que estamos viendo se enquistará y se convertirá en una gangrena terrible. ¿A quién le interesa una guerra civil en Venezuela? No nos engañemos. Ni al PP ni a Trump le interesan los derechos humanos. Si así fuera romperían con Arabia Saudí, que va a decapitar a quince jóvenes por manifestarse durante la Primavera Árabe, o dan latigazos a las mujeres que conducen; o con Colombia, donde van 150 asesinados por los paramilitares en los últimos meses; o en México, donde se asesina cada mes a algún periodista y aparecen fosas comunes con decenas de cadáveres. Penas de 75 años están pidiendo en Estados Unidos contra manifestantes contra las políticas de Trump. Venezuela se ha convertido en España en la 18 Comunidad Autónoma sólo porque el Presidente Rajoy ha tenido que comparecer como testigo por la corrupción en su partido. Es más airoso hablar de Venezuela que de la corrupción de los 800 cargos del PP imputados. Hay ingenuos que les creen. ¿Qué dirán ahora que el grueso de la oposición ha aceptado participar en las elecciones regionales? El pacto entre el PSOE y Podemos en Castilla-La Mancha ha sido presentado por la derecha manchega como el comienzo de la venezonalización de España. Cuánta caradura y cuánta estupidez. Hay gente que les cree. Mientras, el PP guarda silencio ante, por ejemplo, las persecuciones que la dictadura monárquica marroquí hace en España de los disidentes políticos, o encarcela por orden del dictador Erdogan a un periodista crítico con la dictadura turca. ¿Nos va a decir alguien que a estos gobiernos les interesan los derechos humanos?

Conclusión: no hace falta comulgar, ni mucho menos, con Maduro y su manera de hacer las cosas, para no aceptar el golpe de estado que se quiere construir en Venezuela. Estamos hablando de no volver a cometer los mismos errores creyéndonos las mentiras que construyen los medios. Venezuela tiene que solventar sus problemas dialogando. Y es evidente que tiene problemas. Pero dos mitades enfrentadas no van a ningún lado monologando. Aunque a una parte le apoyen los países más poderosos del ámbito neoliberal. Ni el PP ni la derecha quieren diálogo. Quieren que Maduro se entregue. ¿Y cree alguien que los ocho millones de votantes de la Asamblea Constituyente se iban a quedar de brazos cruzados? El nuevo gobierno les reprimiría e, incluso, les asesinaría. Los medios dirían que la democracia venezolana se estaría defendiendo de los enemigos de la democracia. Y volvería a haber gente ingénua que les creería. Desde el resto del mundo, en nombre de la democracia, bastan dos cosas: exigir y alentar el diálogo en Venezuela, y entender que sería bueno no permitir ni al PP ni a las derechas internacionales, empezando por Donald Trump, reeditar una de sus miserias más horribles que consiste en sembrar dolor en otros sitios para ocultar el dolor que construyen en nuestros propios países.