La España en la que vivimos, se ha convertido en un
engendro esperpéntico fruto de la mezcla de miseria, desigualdad, corrupción y
aderezado con una falta de ética impresionante.
El escándalo que nos ocupa estos días, es uno más de
tantos y tantos con los que nos tienen acostumbrados los impresentables que
gobiernan este país. Un país que hace aguas mientras ellos ya se han subido a
los botes salvavidas, llenándose los bolsillos con el dinero de todos los
españoles.
La cruda realidad del país abanderada por los seis
millones de españoles desempleados nos hace cada vez más acercarnos al umbral
de la pobreza, mientras los que continúan enriqueciéndose de forma impunemente
indecente aprietan cada vez más al débil, predicando una austeridad que ni de
lejos se aplican.
Este país cada vez más opaco, de sobres bajo mano,
comisiones y despilfarros cuya dinámica es la sin razón de haber quien se
enriquece antes que el otro a costa de arruinar de forma catastrófica un país
desde hace mucho tiempo asfixiado por falsos profetas y ladrones de guante
blanco.
Gürtel, Filesa, Pallerols, Malaya, Palma Arena,Caso Nóos, Caso Emarsa,Mercurio, Palau de la Música, Pretoria,El Ere de andalucia, Bárcenas y una larga
lista de choriceos cuyos culpables no han visto privada su libertad y ni tan
siquiera han devuelto lo chorizado, es la clara muestra de lo que impera en
este nuestro país gobernado por títeres del capital que envueltos en el manto
político, son participes de este expolio constante que por desgracia nos tienen
acostumbrados.
Son tan indecentes, que cuando se les pilla, niegan
la evidencia, buscan falsos culpables y se inventan conspiraciones, y lo que es
más grave, se ríen en la cara de cada uno de los españolitos de a pie que se
las ven y se las desean para poder mal vivir.
Los de ahora unos mentirosos indecentes, los de
antes unos aprovechados oportunistas. Mires donde mires dentro del territorio
español, solo encontrarás espabilados que como única aspiración tienen la de
enriquecerse dentro del plazo de su mandato de poder. Ilusionistas de opereta
que despistan a un pueblo ignorante con falsos sentimientos de independencia,
federalismo, recuperación económica, para llamar la atención sobre el lado
contrario de donde meten la zarpa para seguidamente llenar sus bolsillos. Y si
por el camino tienen algún tropiezo, para eso está el poder judicial para
ampararlos y como último recurso, el indulto magnánimo por parte del amiguete
de turno que estratégicamente espera para jugar su vital papel.
Esta panda de hijos de la gran puta, no deberían
tener cabida en este país ni en ningún rincón del mundo, es más los que esperan
agazapados detrás, a la espera de que les toque su turno tampoco, ya que son
los que colocaran los que ahora tienen las riendas del poder a cambio de seguir
siendo fieles a su causa.
Mientras no demos un giro radical a este panorama,
no tendremos cada vez más claro, ya que continuaran pasándonos la cuenta de sus
excesos y libertinajes. Hay que hacer algo, hay que cambiar las cosas.
El cambio pasa exclusivamente por tomar en
protagonismo de las calles, de los pueblos y sus gentes, pasa por reinventar la
política desde la sensatez, la ética y
el espíritu de servicio, pasa por dar la espalda a los partidos actuales que ya
han demostrado su inoperancia y falta de sensibilidad, y apostar por la
honradez, por la raíz de las creencias e ideologías.
La transición del cambio ha de ser contundente,
levantando primero la voz, enseñando los dientes, y si esto no es suficiente,
construyendo nuevamente guillotinas en las plazas de los pueblos para usarlas
como escarmiento a los que tanto daño están haciendo a nuestro país.
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